Mucho se ha escrito sobre el apoyo que las Doulas, esas mujeres que acompañan a otras mujeres durante el parto, beneficia al parto, a las mamás, a los bebés, a la reducción del uso de analgésicos, a la reducción de tasa de cesáreas. Pero, ¿Qué pasa cuando tienes una cesárea? ¿Incluso si llegaras a programarla? Me gustaría escribir un poco sobre mi experiencia con el tema.
Primero aclaremos que no tuve un parto, la primera vez ni lo intenté, no por falta de ganas, sino por exceso de miedo. La segunda vez estaba decidida, tomé un curso psicoprofiláctico, hice yoga prenatal, cambié de médico a un médico pro parto, me senté en una pelota por días, caminé y caminé, tomé té de hoja de frambuesa y si alguien me hubiera dicho que tenía que caminar hasta Chalma, vestida de verde y dar cuatro vueltas sobre mi eje al llegar lo hubiera hecho, pero al final tuve una cesárea...
Mi primera cesárea tuvo una atención completamente medicalizada (estuve sola, los médicos no se dignaron ni a saludarme, estaba amarrada todo el tiempo, no pude abrazar a mi bebé, no tuve apego inmediato, de la lactancia ni hablamos…), la segunda tuve una cesárea humanizada, todo fue hermoso, incluso mientras abrían 7 capas de mi cuerpo para que Lorenzo pudiera nacer me sentí protegida, me sentí apoyada, me sentí contenida y segura. ¿Cuál fue la diferencia? El médico, claro tuvo algo que ver, pero yo espero que mi doctora tuviera toda su atención en lo que estaba haciendo y no necesariamente en mí. La verdadera diferencia estuvo en la compañía, en la contención, en el apoyo, no sé qué hubiera sido de mi sin Bety.
Bety, mi Doula, me tomó de la mano durante el proceso, nunca me soltó, Bety me ayudó a reflejar mi enojo y mi frustración porque las cosas no habían salido como yo quería, me ayudó a entender que en este proceso se estaba salvando la vida de Lorenzo, me hizo sentir poderosa, incluso mientras me encontraba completamente vulnerable, desnuda y abierta en dos en un quirófano. Bety vino como un ángel a traer luz a ese momento, a no permitir que me espantaran con preguntas, a no dejarme vencer por el pánico del momento, a establecer la lactancia con apego inmediato, aun después de una cesárea.
Así que, en mi línea de trabajo, cada vez que me preguntan ¿Crees que eso de la Doula es necesario si voy a tener una cesárea? Mi respuesta es ABSOLUTAMENTE SÍ, una Doula es una mujer que toma fuerza de no sé donde (algún día en este caminar supongo lo aprenderé) y te la transmite en uno de los momentos más vulnerables de tu vida, una Doula te refleja, se convierte en esa guardiana de lo invisible, de tu alma y de la de tu bebé, almas que requieren ser protegidas, sin importar si tienes un parto o por cualquier razón, terminas en una cesárea.
Sin duda alguna, si pudiera regresar el tiempo y volver a tomar la decisión volvería a decir sí, sí a tener a Bety a mi lado, si a tener una Doula en mi cesárea, porque incluso ese momento me marco tanto, que hoy en día tengo el privilegio de acompañar a otras mujeres y ser yo su Doula...
-Mireya Fentanes-
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